domingo, 4 de diciembre de 2011

“..teología centrada en el hombre?”



Ciertos calvinistas acusan a quienes rechazan su visión teológica respecto a la soberanía de Dios de poseer un amor humanista latente por el libre albedrío. Un colega calvinista, que ha llegado a ser un reconocido autor de libros en la categoría reformada, una vez me preguntó seriamente si había considerado alguna vez que mis creencias en el libre albedrío fueran evidencia de un humanismo no reconocido en mi manera de pensar. No es necesario agregar que rechacé tal sugerencia.

El hecho es que, al igual que la mayoría de los cristianos evangélicos no calvinistas, abrazo el libre albedrío por dos razones (aparte de la más obvia que tiene que ver con que es asumido a lo largo de toda la Biblia): el libre albedrío es necesario para preservar la responsabilidad del hombre respecto a la maldad y el pecado, y es necesario para preservar a Dios de ser responsable de la maldad y el pecado. Puedo decir en forma honesta (al igual que la mayoría de los cristianos evangélicos no calvinistas) que no doy ni un centavo respecto al libre albedrío si no es por estas razones.

No tengo el más mínimo interés por una teología centrada en el hombre; sí estoy profundamente interesado en adorar un Dios que es verdaderamente bueno y que se encuentra más allá de ser reprochado por el holocausto y otras atrocidades demasiado numerosas para mencionar. Demasiados autores calvinistas representan las teologías que no están de acuerdo con ellos como centradas en el hombre, humanistas, deshonrosas para Dios e incluso antibíblicas sin siquiera reconocer los problemas de su propia teología.


Against Calvinism
Roger E. Olson

domingo, 27 de noviembre de 2011

“..James Arminius y el argumento de Romanos 9”



..pero para que esto sea entendido de manera más clara, examinemos brevemente el contexto y el argumento del apóstol: Los Judíos objetaban que, en virtud del pacto y de las promesas entregadas, ellos eran el pueblo escogido de Dios, y, por lo tanto, este honor no podría serles quitado, sin violar o desmerecer el decreto divino. Afirmaban también por lo mismo, que el honor y el titulo de “pueblo de Dios” les había sido quitado por el apóstol Pablo, en el momento cuando él hizo participantes de la justicia de Dios y de la vida eterna sólo a aquellos que creyesen en Cristo cuando este fuese predicado.

Ya que los judíos no habían creído en este Cristo, seguía, de acuerdo a la doctrina del apóstol, que ellos eran extranjeros a la justicia de Dios y a la salvación eterna, e indignos de ser considerados “pueblo de Dios”. Pero al considerar esto como contrario a los pactos y el decreto de Dios, concluían que la doctrina del apóstol era al mismo tiempo, absurda y foránea a la verdad.

El apóstol responde a través del capitulo 9 diciendo que el pacto, los decretos y las promesas de Dios no han quedado sin efecto (versículo 6) sino que permanecen firmes, aún si muchos de los Judíos no son reconocidos dentro del pueblo de Dios. Esto es posible porque dicho decreto o pacto no incluía a todos los israelitas, universalmente, sin elección ni distinción; ya que el decreto era “de acuerdo a elección”, como fue expresado en las palabras de Dios anunciando su propósito. Esto se mostró a lo largo de la historia cuando Dios determina que “en Isaac” (no en Ismael) “te será llamada descendencia”, y también que “el mayor” Esaú “servirá al menor” Jacob.

Pablo afirma que Dios claramente ha declarado a través de su palabra, que no considera a toda la progenie de Abraham, o de Isaac, o de Jacob, o a todos sus descendientes individuales, como su pueblo. Dios considera solo a aquellos que sean “los hijos de la promesa” con la exclusión de “los hijos de la carne”. El apóstol razona, en conclusión a las palabras de Dios, que el propósito de Dios es de acuerdo a elección, y que, por lo tanto, abraza en sí mismo, no a todos los israelitas, si no que mientras reclama a algunos (los creyentes) rechazará a otros (los incrédulos).


Adaptado: The Works of Arminius
James Arminius

domingo, 20 de noviembre de 2011

"..Ernest Trenchard y la doctrina de la elección"



El adjetivo "escogido" en el Nuevo Testamento se aplica a la persona de Cristo. Él es el escogido por excelencia y todos los propósitos electivos de Dios en relación con la humanidad son inseparables del Dios-Hombre. Dios, en su propósito eterno, eligió el modo de salvar a los pecadores que satisfacía plenamente las exigencias santas de sus divinos atributos y determinó que el Verbo eterno, por su obra de Mediador perfecto, fuese el Salvador de los pecadores. Para esta obra sin par, Dios no escogió a ángeles ni a querubines, sino a su Hijo amado. 


Dios determinó, asimismo, que todos los hombres que, respondiendo a la iniciativa y al llamamiento de la gracia divina, se unieran a Cristo por medio de la fe, fueran salvos. Dios escogió a todos los creyentes en Cristo. Fuera de Él nadie puede ser escogido. Si alguno está en Cristo, el tal pertenece a los escogidos. Dios no eligió para salvación a los sabios, ni a los nobles, ni siquiera a los religiosos, sino a los que habiendo "visto" al Hijo creerían en El (Juan 6:40)


Opinamos que esto es cuanto con plena certidumbre podemos decir en cuanto a la elección. Es aventurado ver más en las inspiradoras palabras de Pablo en Efesios 1:5. Empeñarse en hallar en este texto - y en otros análogos - la predestinación en otros términos, es querer hacer decir a la Biblia más de lo que realmente dice. 




Escogidos en Cristo
Ernest Trenchard & Jose M. Martínez

domingo, 13 de noviembre de 2011

"..fe como condición de nuestra salvación"



La diferencia entre condición y base puede ser ilustrada de esta manera: la condición para que una silla me sostenga es que yo me siente en la silla, pero cuando me siento en la silla, es la silla la base de mi sostenimiento. La base de nuestra salvación es Jesucristo y su obra expiatoria. La condición de nuestra salvación es una respuesta de fe. 


A veces la gente comete el error de focalizarse más en la condición que en la base, y al buscar certeza, examinan su fe en vez de mirar a Cristo. Si yo quiero tener confianza de que una silla me va a sostener, voy a examinar la silla, no mi confianza en la silla. Y cuando examine la silla, si está bien construida, mi confianza se hará segura. De la misma manera, si quiero certeza de mi salvación, debo mirar a Cristo, la base de mi salvación. Al hacer esto, tendré una fe robusta y una confianza adecuada. Pero si por otro lado examino mi fe, siempre tenderé a tener dudas. No es tener fe en mi fe lo que me salva, es fe en Cristo. 


En el arminianismo reformado, la base de la justificación es la imputación de la muerte y la justicia de Cristo a la cuenta del creyente, y la condición de la justificación es fe en Jesucristo. La fe de ninguna manera obtiene la mas mínima consideración como una forma de mérito que forme parte de la base de mi justificación. La única base de mi justificación delante de Dios es la muerte penal de Cristo y su vida de absoluta obediencia al Padre. 


En el momento cuando esté delante de la presencia de Dios, y El me pregunte en que se basa la esperanza de mi aceptación, no mencionaré nada que haya hecho o no hecho. Al contrario, solo podré decir: mi esperanza se basa en nada más y nada menos que la muerte y la justicia de Cristo. Bajo ninguna circunstancia diré (como algunos acusan al arminiano de decir): tuve fe en Cristo. Porque cuando declaro que baso mi esperanza en la muerte de Cristo, eso y solo eso, será una manifestación de dicha fe. 




Adaptado de: The Quest For Truth
F. Leroy Forlines

domingo, 6 de noviembre de 2011

"..monergista, pero resistible"



La manera en que el Espíritu Santo trabaja llevando un alma perdida a la fe en Cristo, es una obra totalmente realizada por la gracia de Dios. La salvación es totalmente por gracia, y la condenación es totalmente por nuestro pecado. El pecador viene a Cristo mediante un proceso por el cual, es solo el Espíritu de Dios quien lleva a la persona al punto de una fe salvífica.

Quizá la siguiente ilustración puede ayudarnos a entender el concepto: imaginemos que despertamos y nos damos cuenta que estamos siendo transportados por una ambulancia al servicio de urgencias de un hospital. Es evidente que mi condición requiere atención medica urgente. Si no hago nada, finalmente seré llevado al hospital. Sin embargo, si por cualquier razón solicito ser bajado de la ambulancia, el conductor lo hará. Puede expresar su desacuerdo y dar una serie de advertencias, pero aun así me dejara ir. Yo no recibo absolutamente ni un mérito por ser llevado al hospital, pero sí tengo absolutamente toda la culpa al rehusar los servicios de la ambulancia. En esta ilustración yo no hago nada para llegar al hospital, de lo único que soy capaz es de resistir a ser llevado. Cualquier "contribución" que haga arruinará el proceso.

Ahora, dejemos que la ambulancia sirva como metáfora para el trabajo del Espíritu Santo en la conversión. Si yo creo, es porque (y solamente porque) el Espíritu Santo me trajo a la fe. Por otro lado, si no creo, es solo porque resistí creer. La única cosa que soy capaz de "hacer" es negativa. De esta manera, en forma simultanea se afirma que la gracia regeneradora de Dios es monergista, pero también resistible. Es monergista porque todo lo necesario en este escenario es que el Espíritu haga su obra y la persona se abstenga de actuar, pero por otro lado mantiene la resistibilidad en un sentido genuino de la palabra, ya que el inconverso rechaza una gracia que estaba genuinamente disponible. Siendo la única cosa de la que somos capaces: provocar condenación por nuestra propia resistencia.


Adaptado de: Salvation & sovereignty 
Kenneth Keathley

domingo, 30 de octubre de 2011

“..primero fe, luego regeneración”



Una de las doctrinas bíblicas básicas es la que enseña que para ser salvos se debe creer en Cristo como Salvador. Como dijo el apóstol Pablo al carcelero en Filipos: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo. La vida eterna es el efecto de creer en Cristo como Salvador. En un orden lógico: primero se cree, luego como resultado, hay vida eterna ( como escribiera también el apóstol Juan: El que cree en el Hijo, tiene vida eterna). El arminiano ve esto a través de las escrituras, y lo afirma en forma vehemente.

Sin embargo, dentro de ciertas ramas del calvinismo, el mismo sistema teológico exige que la regeneración se produzca antes de la fe en Cristo. Dicho de otra manera, uno no cree y luego como resultado es regenerado; si no que al contrario, uno es regenerado y como resultado de esto, cree.

Dentro de los pasajes utilizados para afirmar que la regeneración es anterior a la fe, se encuentra 1 Juan 5:1. No toma mucho tiempo sin embargo, mediante una lectura simple al contexto del pasaje y al mismo versículo, para darse cuenta que ocupar un pasaje como este para apoyar dicha postura resulta insostenible. Al respecto, el teólogo arminiano           I. Howard Marshall escribe lo siguiente:

"Juan empieza afirmando que todo aquel que sostenga la verdadera confesión de fe respecto a Jesus ha nacido de Dios. Así la fe es una señal del nuevo nacimiento, de la misma forma en que el amor y el obrar justamente son tambien indicaciones de que una persona ha nacido de Dios. Al mismo tiempo, sin embargo, la fe es una condición del nuevo nacimiento: “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). No obstante aquí Juan no esta tratando de mostrar cómo una persona puede experimentar el nuevo nacimiento. Lo que busca es señalar la evidencia que comprueba que una persona está en la relación permanente de un hijo con Dios su Padre: esa evidencia es que se mantiene fiel a la fe verdadera respecto a Jesus".


Las Cartas de Juan
I. Howard Marshall

domingo, 23 de octubre de 2011

"..la elección es Cristocéntrica"



Ver la elección como algo absolutamente Cristocéntrico fue una de las principales preocupaciones de Arminio; como Clarke correctamente nota, su "objeción principal a Calvino era que su doctrina de la predestinación no era suficientemente Cristocéntrica". Sentía que la aproximación calvinista tradicional no honraba adecuadamente a la persona de Cristo. Lo mejor que un calvinista podría decir, es que Cristo es la causa "mediante la cual" se efectúa o se lleva a cabo el decreto de la elección, o en su defecto, que es la causa "meritoria" por la cual los creyentes son elegidos. 


Pero Arminio creía que estas distinciones eran indignas para la persona de Cristo, que la elección de esta manera se convertía en el fin, y la salvación otorgada en Cristo simplemente un medio para lograr ese fin, como lo dijo alguna vez: Cristo se transforma "solo en una causa subordinada a aquella salvación que ya fue preordenada". Para Arminio, Cristo debiera ser el fundamento y el foco de la elección, y también de la salvación y del cristianismo en sí; el único en quien dicho decreto esta fundado. Él insistía en que el amor con el que Dios ama al hombre para salvación, no puede existir si no es en Cristo Jesus. 


En su "Declaración de Sentimientos" Arminio expresó su pensamiento estipulando que la predestinación es "a posteriori" en la presciencia y la predeterminación de Dios, a la muerte y resurrección de Cristo. Ya que Dios no puede amar a un pecador para salvación a no ser que este sea reconciliado con Él en Cristo, tampoco debiera haber algún lugar para la predestinación, excepto en Cristo. De acuerdo al apóstol, Jesús no es solamente el medio por el cual la salvación, antes preparada por la elección, es hecha efectiva, si no la base y el fin mismo de todo el plan de salvación. 


La idea de Arminio puede ser expresada entonces de la siguiente manera: Cristo, no la elección per se, es el fundamento de la iglesia; la salvación es por medio de Cristo, no por la elección, excepto viendo la elección como una expresión del amor de Dios en Cristo; y finalmente, el evangelio es acerca de Cristo, no acerca del decreto de la elección. 




Adaptado de: Grace, Faith and Free Will
Robert E. Picirilli 

domingo, 16 de octubre de 2011

"..arminianismo reformado"




Algunos se preguntarán ¿qué es exactamente el Arminianismo Reformado? La respuesta es simple: es lo que creía Jacob Arminio. Arminio siempre se consideró reformado, hasta el día de su muerte. Y dentro del movimiento reformado holandés hubo muchos otros que sostuvieron el mismo acercamiento a la teología. Por supuesto, considerando el uso popular que tiene el termino “reformado” en nuestros días - que lo hace prácticamente sinónimo de “calvinista” - no es sorprendente que se reaccione con perplejidad ante la idea de un Arminianismo Reformado. No obstante, si profundizamos un poco más, se hará meridianamente claro que hablar de Arminianismo Reformado no representa una contradicción de términos, sino una designación muy apropiada.
El punto de vista Arminiano Reformado se forjó en el contexto del pensamiento reformado holandés. Por ello, integra muchas de las características peculiares de aquel movimiento. A diferencia de la mayoría de los arminianos posteriores , que rompieron completamente con las categorías reformadas, Arminio retuvo conceptos reformados esenciales.
Uno de los importantes pilares teológicos que Arminio mantuvo en común con otros pensadores reformados fue su idea de la depravación humana. Otro concepto crucial que compartió con los reformadores fue el significado de la obra expiatoria de Cristo. Arminio afirmaba, siguiendo a los reformadores - cuyas ideas tenían a su vez apoyo en el pensamiento de Anselmo - un concepto expiatorio de satisfacción penal.
Este quizá sea un punto de divergencia mayor con el resto del  arminianismo ( conocido también como arminianismo wesleyano, derivado de la enseñanza de John Wesley ). La mayoría de los arminianos no sostienen este punto de vista de la expiación y su aplicación a la justificación. La mayoría acepta una idea conocida como Teoría Gubernamental, concepto desarrollado por Hugo Grotius a comienzos del siglo XVII. Otra importante distinción entre el arminianismo reformado y el wesleyano tiene que ver con la doctrina de la santificación. Cuando consideramos el punto de vista wesleyano de la santificación (que es la idea que ha caracterizado a gran parte del arminianismo conocido en nuestros días) descubrimos un alejamiento sustancial de las categorías reformadas, alejamiento que no se da en el pensamiento de Jacob Arminio.  

Adaptado de : La seguridad de la salvación "Un punto de vista Arminiano Reformado"
Stephen M Ashby 

miércoles, 5 de octubre de 2011

“..las dos voluntades de Dios”


El modelo Antecedente/Consecuente

A través de la historia de la iglesia, se ha enseñado con base bíblica que Dios desea la salvación de todos los hombres, pero no todos los hombres son salvos, ya que se requiere una respuesta de fe por parte del que escucha. Ver estas dos voluntades de Dios desde una perspectiva  antecedente/consecuente elimina el conflicto entre ellas. Dios en forma antecedente desea que todos los hombres sean salvos, pero para aquellos que rehúsan arrepentirse y creer, en forma consecuente ordena que sean condenados. Así, las voluntades antecedente y consecuente son distintas pero no se encuentran en conflicto. 
Esta parece ser la clara enseñanza de las escrituras: Dios en forma antecedente “amó al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito” para que en forma consecuente “todo aquel que en el cree no se pierda mas tenga vida eterna" 
La voluntad antecedente de Dios tiene varias características. En primer lugar es universal ( la salvación es deseada para todos, provista para todos, y ofrecida a todos, dirigida a toda la humanidad en forma previa a su aceptación o rechazo ) en segundo lugar es imparcial ( Cristo murió por los pecados de todo el mundo ) en tercer lugar es sincera ( no existe un decreto secreto, escondido y oscuro de reprobación para la  misma persona a la que por fuera se le ofrece salvación; en otras palabras, no acusa en forma implícita a Dios de hipocresía cósmica ) y en cuarto lugar es decretiva ( no es impotente o insuficiente, es la base según la cual se otorgan los medios de gracia a través de Cristo que aseguran la salvación de los creyentes )
La voluntad consecuente de Dios por otro lado es consistente con las cualidades que Él mismo ha entregado a sus criaturas. El ser humano se encuentra totalmente inhabilitado y depravado, pero sigue siendo un ser creado a la imagen y semejanza de Dios. La gracia de Dios no es coercitiva y puede ser rechazada. Cuando se escucha el evangelio, el Espíritu convence de pecado y arrastra a la persona llevándola a creer ( siendo incluso la fe una obra del Espíritu ), pero la decisión de dicha persona en cuanto a rechazar el evangelio, es genuina y horripilantemente suya.
Es cierto que el rechazo del evangelio sigue siendo un misterio. Pero en el modelo antecedente/consecuente el misterio de la iniquidad no recae en Dios como consecuencia de alguna voluntad secreta, si no en la depravación del hombre como las escrituras también señalan. 

Adaptado de: Salvation & Sovereignty 
Kenneth Keathley

miércoles, 28 de septiembre de 2011

"..respecto a la perseverancia de los santos"




Mis sentimientos respecto a la perseverancia de los santos son: que aquellas personas que han sido injertadas en Cristo por medio de una fe genuina, y que por tanto han sido hechas participantes de su Espíritu, poseen la suficiente fortaleza para luchar contra satanás, el pecado, el mundo y su propia carne, y obtener victoria sobre estos enemigos; aunque nunca sin la presencia de la gracia del mismo Espíritu Santo. Jesucristo mismo por medio de su Espíritu los asiste en medio de las tentaciones, y les ofrece el pronto auxilio de su mano, y proveyendo que estén preparados para la batalla, implorando su ayuda y no confiando en si mismos, Cristo les preserva de caer. De manera que no es posible para ellos, por ninguno de los subterfugios o engaños de satanás, ser seducidos o arrebatados de la mano de Cristo.

Abierta y genuinamente afirmo, que nunca he enseñado que un verdadero creyente pueda tanto total como finalmente apostatar de la fe y perecer. Aun así no negaré (al igual que muchos, muchos otros en la historia de la iglesia) que existen pasajes en las escrituras que parecen indicar este aspecto; y la respuesta a ellos que se me ha permitido ver no es el tipo de respuesta que me  permita aprobarlos en todos los puntos de mi entendimiento. Por otro lado, existen pasajes que muestran el otro aspecto de la doctrina y que son dignos de mucha consideración.  


The Works of Arminius
James Arminius

martes, 27 de septiembre de 2011

"..respecto a la gracia regeneradora"


Confieso que la mente del hombre natural y carnal se encuentra en tinieblas y oscuridad, que sus afectos están corrompidos y desordenados, que su voluntad es obstinada y desobediente, y que el ser en sí esta muerto en pecados. Y agrego a esto, que un maestro obtiene mi más alta aprobación cuando atribuye el mayor mérito posible a la gracia divina; siempre que defienda la causa de ella hasta el limite de no infringir daño a la justicia de Dios, y de no quitar el libre albedrío del hombre específicamente hacia hacer el mal.

De esta manera, atribuyo a la gracia el comienzo, la continuación y la consumación de todo bien, y llevo su influencia a tal extremo que un hombre, a pesar de ser regenerado, no puede concebir, desear, o hacer nada bueno, ni resistir siquiera una tentación, sin la gracia divina.

A raíz de lo anterior, se hará claramente visible, que por ningún motivo hago injusticia a la gracia, atribuyéndole (como se ha dicho de mi) demasiado énfasis al libre albedrío del hombre. Ya que toda la controversia se reduce a la respuesta de la siguiente pregunta: “¿es la gracia de Dios una fuerza irresistible?”, dicho de otra manera, la controversia no tiene que ver con aquellas acciones u operaciones que puedan ser atribuidas o no a la gracia (ya que he reconocido y enseñado cuantas de estas acciones u operaciones un maestro pueda haber enseñado) si no que se reduce estrictamente al modo de operación, si es irresistible o no. Con respecto a lo cual, creo, de acuerdo a las escrituras, que muchas personas resisten al Espíritu Santo y rechazan la gracia que se les ofrece.  


The Works of Arminius
James Arminius

lunes, 26 de septiembre de 2011

"..respecto a la provisión de salvación"


La redención, la oferta de expiación o precio de la muerte de Cristo, es universal en su suficiencia, pero particular en su eficacia (1 Timoteo 4:10), suficiente para la redención de todo el mundo y para la expiación de todo pecado, pero su eficacia no pertenece a todos universalmente, ya que la eficacia consiste en la aplicación por fe del sacramento de la regeneración, como Agustín y Prospero han dicho.

La frase acerca de lo ilimitado de la redención posee bastante ambigüedad: puede significar al mismo tiempo que: “el precio de la muerte de Cristo fue dado por todos y cada uno”, o que “la redención que fue obtenida por aquel precio, es aplicada y comunicada a todo y cada uno de los hombres”. Desapruebo totalmente esta última sentencia, ya que Dios, mediante un decreto perentorio resolvió que solo los creyentes fueran hechos participes de esta redención. Por otro lado, que aquellos que rechazan la primera sentencia, consideren como pueden responder a las escrituras que declaran que Cristo murió por todos los hombres (2 Corintios 5:14) que quita el pecado del mundo (Juan 1:29) que se entregó a si mismo para vida del mundo (Juan 6:51) y que los falsos maestros hacen mercadería de aquellos que niegan al Señor que aun así, los compró, y los llevan a la destrucción (2 Pedro 2:1-3). Aquel que habla de acuerdo a esto habla con las escrituras; mientras aquel que rechaza dicha fraseología es un hombre arriesgado, uno que se sienta en juicio por sobre las escrituras y que no es un intérprete de ellas. Pero aquel que explica dichos pasajes de acuerdo con el cuerpo de fe, realiza la labor de un buen intérprete y predicador en la iglesia de Dios.


The Works of Arminius
James Arminius

viernes, 23 de septiembre de 2011

"..respecto a la elección soberana"


No es un asunto que deba prestarse para dudas, el hecho de que Dios haya elegido a algunos para salvación, y no elegido o pasado de largo a otros, ya que, creo, esto es una certeza presente en forma clara a través de las escrituras; pero pongo un énfasis especial en los sujetos que son elegidos y no elegidos.

La palabra elección debe ser definida para quitar ambigüedad. Actualmente puede hacer referencia, por una parte, al “acto por medio del cual Dios determina justificar a los creyentes, mientras que aquellos que son incrédulos y buscan justicia por medio de las obras son rechazados de toda justicia y salvación”. Por otra parte, para algunos significa “el acto por medio del cual Dios determina salvar ciertas personas en particular, e implantar fe en ellos para producir su salvación, rechazándose a otro numero particular de personas, solamente bajo la base de ser individuos particulares” La elección es vista de esta última manera por aquellos que me acusan, y yo la considero de la primera forma descrita, de acuerdo a Romanos 9:11 (no de acuerdo al que obra si no del que llama)

Existe un Decreto de Dios por medio del cual determina justificar a los creyentes; y que, por el hecho de que excluye a los incrédulos de toda justicia y salvación, es apropiadamente llamado “el decreto de acuerdo a la elección” o “ejerciendo elección” por ser algo que no incluye a todos los hombres en su alcance. 

Elección es el decreto de la voluntad de Dios en Cristo, mediante el cual Dios decide por sí mismo en la eternidad, justificar, adoptar y otorgar vida eterna, para alabanza de su propia gloria, a creyentes, a quienes Él mismo decidió otorgar fe. 

Este decreto lo considero como el fundamento del cristianismo, de la salvación del hombre y de la certeza de su salvación; y es este decreto el que el apóstol trata en los capítulos 9-11 de su epístola a los Romanos, y en el primer capitulo de la epístola a los Efesios. 


The Works of Arminius
James Arminius


jueves, 22 de septiembre de 2011

"..respecto a la depravación del hombre"



En su estado natural, el libre albedrío del hombre hacia las cosas de Dios, no solo está entorpecido, dañado, injuriado, torcido y debilitado; si no al mismo tiempo aprisionado, destruido y perdido. Y sus poderes no solo se encuentran debilitados y son inútiles, si no que no tiene poder alguno a no ser que sea despertado y asistido por la gracia divina. La mente del hombre en este estado se encuentra en oscuridad, destituida de conocimiento salvífico de Dios, y de acuerdo con el apóstol, incapaz de actuar de acuerdo a las cosas que pertenecen al Espíritu de Dios. A esta oscuridad mental le sigue la perversidad de los afectos del corazón, de acuerdo a los cuales odia y tiene aversión por todo aquello que es realmente bueno y agradable a Dios; pero ama y persigue lo que es malo. Correspondiéndose a esta oscuridad mental y perversidad del corazón, se muestra la debilidad de todo poder para realizar algo que sea realmente bueno, y de evitar perpetrar lo que es malo, de un modo correcto y por un fin y una causa correcta.

Para esto que se considere toda la vida del hombre colocada bajo pecado y se agregue a esto que las escrituras nos exhiben lo mismo por medio de las descripciones mas iluminadoras; y será evidente que nada puede decirse en forma más verdadera concerniente al hombre en su estado, que se encuentra muerto en pecado (Romanos 3:10-19) 


The Works of Arminius
James Arminius