La posición de Arminio en cuanto a la predestinación quedó claramente expuesta en su "declaración". Después de analizar y refutar la doctrina calvinista en sus diferentes interpretaciones, presenta su propio punto de vista:
El primer decreto absoluto de Dios relativo a la salvación del hombre pecador es aquel por el cual decretó la asignación de su Hijo, Jesucristo, como Mediador, Redentor, Salvador, Sacerdote y Rey, que pudiera destruir el pecado por su propia muerte, obtener mediante su obediencia la salvación de lo que se había perdido y comunicarla por su propio poder.
El segundo decreto preciso y absoluto de Dios es aquel por el cual determinó recibir en su favor a quienes se arrepintiesen y creyesen en Cristo; y por su causa y mediación, llevar a efecto la salvación de tales penitentes y creyentes que perseverasen hasta el fin. Determinó, ademas, dejar en el pecado, y bajo la ira, a todas las personas impenitentes e incrédulas, y condenarlas como ajenas a Cristo.
El tercer decreto divino es aquel por el cual Dios decretó administrar de manera suficiente y eficaz los medios que fueran necesarios para el arrepentimiento y la fe e instituir la administración siguiente de acuerdo con: la sabiduría divina, por la cual Dios conoce lo que es propio y conveniente, tanto a su misericordia como a su severidad; y, de acuerdo con la justicia divina, por la cual Él esta presto a adoptar todo aquello que su sabiduría prescriba y ejecute.
A estos sigue el cuarto decreto, por el cual Dios determina salvar y condenar a ciertas personas particulares. Este decreto no es independiente y se encuentra firmemente basado en los puntos anteriormente expuestos.
Es innegable que hay en esta presentación de sus convicciones una matización equilibrada, concordante con su sano principio de interpretación de que "nada debe enseñarse respecto a la doctrina de la predestinación más allá de lo que las Escrituras dicen".
Adaptado: Escogidos en Cristo
Ernest Trenchard & Jose M. Martinez