Mis sentimientos respecto a la perseverancia de los santos son: que aquellas personas que han sido injertadas en Cristo por medio de una fe genuina, y que por tanto han sido hechas participantes de su Espíritu, poseen la suficiente fortaleza para luchar contra satanás, el pecado, el mundo y su propia carne, y obtener victoria sobre estos enemigos; aunque nunca sin la presencia de la gracia del mismo Espíritu Santo. Jesucristo mismo por medio de su Espíritu los asiste en medio de las tentaciones, y les ofrece el pronto auxilio de su mano, y proveyendo que estén preparados para la batalla, implorando su ayuda y no confiando en si mismos, Cristo les preserva de caer. De manera que no es posible para ellos, por ninguno de los subterfugios o engaños de satanás, ser seducidos o arrebatados de la mano de Cristo.
Abierta y genuinamente afirmo, que nunca he enseñado que un verdadero creyente pueda tanto total como finalmente apostatar de la fe y perecer. Aun así no negaré (al igual que muchos, muchos otros en la historia de la iglesia) que existen pasajes en las escrituras que parecen indicar este aspecto; y la respuesta a ellos que se me ha permitido ver no es el tipo de respuesta que me permita aprobarlos en todos los puntos de mi entendimiento. Por otro lado, existen pasajes que muestran el otro aspecto de la doctrina y que son dignos de mucha consideración.
The Works of Arminius
James Arminius