La redención, la oferta de expiación o precio de la muerte de Cristo, es universal en su suficiencia, pero particular en su eficacia (1 Timoteo 4:10), suficiente para la redención de todo el mundo y para la expiación de todo pecado, pero su eficacia no pertenece a todos universalmente, ya que la eficacia consiste en la aplicación por fe del sacramento de la regeneración, como Agustín y Prospero han dicho.
La frase acerca de lo ilimitado de la redención posee bastante ambigüedad: puede significar al mismo tiempo que: “el precio de la muerte de Cristo fue dado por todos y cada uno”, o que “la redención que fue obtenida por aquel precio, es aplicada y comunicada a todo y cada uno de los hombres”. Desapruebo totalmente esta última sentencia, ya que Dios, mediante un decreto perentorio resolvió que solo los creyentes fueran hechos participes de esta redención. Por otro lado, que aquellos que rechazan la primera sentencia, consideren como pueden responder a las escrituras que declaran que Cristo murió por todos los hombres (2 Corintios 5:14) que quita el pecado del mundo (Juan 1:29) que se entregó a si mismo para vida del mundo (Juan 6:51) y que los falsos maestros hacen mercadería de aquellos que niegan al Señor que aun así, los compró, y los llevan a la destrucción (2 Pedro 2:1-3). Aquel que habla de acuerdo a esto habla con las escrituras; mientras aquel que rechaza dicha fraseología es un hombre arriesgado, uno que se sienta en juicio por sobre las escrituras y que no es un intérprete de ellas. Pero aquel que explica dichos pasajes de acuerdo con el cuerpo de fe, realiza la labor de un buen intérprete y predicador en la iglesia de Dios.
The Works of Arminius
James Arminius
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