Una de las doctrinas bíblicas básicas es la que enseña que para ser salvos se debe creer en Cristo como Salvador. Como dijo el apóstol Pablo al carcelero en Filipos: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo. La vida eterna es el efecto de creer en Cristo como Salvador. En un orden lógico: primero se cree, luego como resultado, hay vida eterna ( como escribiera también el apóstol Juan: El que cree en el Hijo, tiene vida eterna). El arminiano ve esto a través de las escrituras, y lo afirma en forma vehemente.
Sin embargo, dentro de ciertas ramas del calvinismo, el mismo sistema teológico exige que la regeneración se produzca antes de la fe en Cristo. Dicho de otra manera, uno no cree y luego como resultado es regenerado; si no que al contrario, uno es regenerado y como resultado de esto, cree.
Dentro de los pasajes utilizados para afirmar que la regeneración es anterior a la fe, se encuentra 1 Juan 5:1. No toma mucho tiempo sin embargo, mediante una lectura simple al contexto del pasaje y al mismo versículo, para darse cuenta que ocupar un pasaje como este para apoyar dicha postura resulta insostenible. Al respecto, el teólogo arminiano I. Howard Marshall escribe lo siguiente:
"Juan empieza afirmando que todo aquel que sostenga la verdadera confesión de fe respecto a Jesus ha nacido de Dios. Así la fe es una señal del nuevo nacimiento, de la misma forma en que el amor y el obrar justamente son tambien indicaciones de que una persona ha nacido de Dios. Al mismo tiempo, sin embargo, la fe es una condición del nuevo nacimiento: “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). No obstante aquí Juan no esta tratando de mostrar cómo una persona puede experimentar el nuevo nacimiento. Lo que busca es señalar la evidencia que comprueba que una persona está en la relación permanente de un hijo con Dios su Padre: esa evidencia es que se mantiene fiel a la fe verdadera respecto a Jesus".
Las Cartas de Juan
I. Howard Marshall