miércoles, 5 de octubre de 2011

“..las dos voluntades de Dios”


El modelo Antecedente/Consecuente

A través de la historia de la iglesia, se ha enseñado con base bíblica que Dios desea la salvación de todos los hombres, pero no todos los hombres son salvos, ya que se requiere una respuesta de fe por parte del que escucha. Ver estas dos voluntades de Dios desde una perspectiva  antecedente/consecuente elimina el conflicto entre ellas. Dios en forma antecedente desea que todos los hombres sean salvos, pero para aquellos que rehúsan arrepentirse y creer, en forma consecuente ordena que sean condenados. Así, las voluntades antecedente y consecuente son distintas pero no se encuentran en conflicto. 
Esta parece ser la clara enseñanza de las escrituras: Dios en forma antecedente “amó al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito” para que en forma consecuente “todo aquel que en el cree no se pierda mas tenga vida eterna" 
La voluntad antecedente de Dios tiene varias características. En primer lugar es universal ( la salvación es deseada para todos, provista para todos, y ofrecida a todos, dirigida a toda la humanidad en forma previa a su aceptación o rechazo ) en segundo lugar es imparcial ( Cristo murió por los pecados de todo el mundo ) en tercer lugar es sincera ( no existe un decreto secreto, escondido y oscuro de reprobación para la  misma persona a la que por fuera se le ofrece salvación; en otras palabras, no acusa en forma implícita a Dios de hipocresía cósmica ) y en cuarto lugar es decretiva ( no es impotente o insuficiente, es la base según la cual se otorgan los medios de gracia a través de Cristo que aseguran la salvación de los creyentes )
La voluntad consecuente de Dios por otro lado es consistente con las cualidades que Él mismo ha entregado a sus criaturas. El ser humano se encuentra totalmente inhabilitado y depravado, pero sigue siendo un ser creado a la imagen y semejanza de Dios. La gracia de Dios no es coercitiva y puede ser rechazada. Cuando se escucha el evangelio, el Espíritu convence de pecado y arrastra a la persona llevándola a creer ( siendo incluso la fe una obra del Espíritu ), pero la decisión de dicha persona en cuanto a rechazar el evangelio, es genuina y horripilantemente suya.
Es cierto que el rechazo del evangelio sigue siendo un misterio. Pero en el modelo antecedente/consecuente el misterio de la iniquidad no recae en Dios como consecuencia de alguna voluntad secreta, si no en la depravación del hombre como las escrituras también señalan. 

Adaptado de: Salvation & Sovereignty 
Kenneth Keathley

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