domingo, 20 de noviembre de 2011

"..Ernest Trenchard y la doctrina de la elección"



El adjetivo "escogido" en el Nuevo Testamento se aplica a la persona de Cristo. Él es el escogido por excelencia y todos los propósitos electivos de Dios en relación con la humanidad son inseparables del Dios-Hombre. Dios, en su propósito eterno, eligió el modo de salvar a los pecadores que satisfacía plenamente las exigencias santas de sus divinos atributos y determinó que el Verbo eterno, por su obra de Mediador perfecto, fuese el Salvador de los pecadores. Para esta obra sin par, Dios no escogió a ángeles ni a querubines, sino a su Hijo amado. 


Dios determinó, asimismo, que todos los hombres que, respondiendo a la iniciativa y al llamamiento de la gracia divina, se unieran a Cristo por medio de la fe, fueran salvos. Dios escogió a todos los creyentes en Cristo. Fuera de Él nadie puede ser escogido. Si alguno está en Cristo, el tal pertenece a los escogidos. Dios no eligió para salvación a los sabios, ni a los nobles, ni siquiera a los religiosos, sino a los que habiendo "visto" al Hijo creerían en El (Juan 6:40)


Opinamos que esto es cuanto con plena certidumbre podemos decir en cuanto a la elección. Es aventurado ver más en las inspiradoras palabras de Pablo en Efesios 1:5. Empeñarse en hallar en este texto - y en otros análogos - la predestinación en otros términos, es querer hacer decir a la Biblia más de lo que realmente dice. 




Escogidos en Cristo
Ernest Trenchard & Jose M. Martínez

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